Migración
A lo largo de toda la historia, la gente se ha movilizado para asegurar sus vidas y su sustento. Pero la migración no es solo una estrategia de supervivencia; también puede impulsar el crecimiento económico y garantizar una mayor libertad política.
La gente migra para escapar de la persecución o el conflicto, para aspirar a una vida mejor o para estar más cerca de la familia. Los cambios ambientales, como la sequía o las inundaciones, siempre han desempeñado un papel decisivo para abandonar el hogar. Pero, como las actividades humanas están degradando los recursos del planeta y acelerando el cambio climático, estos factores están transformando los patrones de migración.
Los fenómenos climatológicos extremos ya desplazan a más gente cada año que todos los conflictos mundiales combinados. Los impactos del cambio climático socavan las fuentes de subsistencia de la gente, conduciéndolos a buscarse la vida en otro lugar. Y donde las temperaturas y los niveles del mar están ascendiendo rápidamente, las personas se ven obligadas a huir de las costas en hundimiento.
A medida que se deteriora el medio ambiente, la gente podría adaptarse decidiéndose a migrar. Una vez en a sus nuevos hogares, quizás podrán ayudar a aquellos que han dejado atrás enviando dinero, bienes y conocimientos.
Pero no todo el mundo puede o quiere migrar. Algunos están profundamente vinculados a su tierra. Otros no necesitan irse porque cuentan con los recursos para afrontar los desafíos ambientales. Y a veces, la gente que quisiera desplazarse se encuentra atrapada por sus limitaciones físicas o financieras
En las zonas áridas o semiáridas de Kenia, Somalia, Etiopía y Uganda viven unos 20 millones de pastores, que crían y venden ganado. Durante miles de años, los pastores y sus rebaños se han trasladado según las estaciones en busca de agua y pastos más abundantes.
Sin embargo, los dirigentes coloniales en África establecieron restricciones a la forma de vida nómada de los pastores creando fronteras nacionales que cruzan las zonas tradicionalmente habitadas por comunidades de pastores. Hoy en día, los conflictos, el crimen y los grupos terroristas de la región dificultan aún más la libre circulación. Al mismo tiempo, los pastores son frecuentemente marginalizados y sometidos a discriminación, limitando los lugares en los que pueden asentarse.
El cambio climático está multiplicando estos retos. Durante tres años de sequía consecutiva (2014-2016), los patrones de migración tradicional fueron inútiles, ya que el agua y el forraje disminuyeron drásticamente a lo largo de la región, obligando a muchos pastores a vender su ganado. Para evitar el hambre y la miseria, algunos huyeron de las zonas afectadas por la sequía a campos de refugiados, incluido el más grande del mundo, Dadaab, en el norte de Kenia. Otros, a falta de alternativas, recurrieron a formas de subsistencia criminales y a veces violentas, como el vandalismo y el robo de ganado, instigando nuevos conflictos y desplazando incluso a más gente.
¿A DÓNDE IRÍAS SI TU ISLA DESAPARECIERA?
Las naciones insulares y regiones costeras de todo el mundo ya están sufriendo los efectos del cambio climático. En Fiyi, la elevación de los niveles del mar y las inundaciones causadas por tormentas están sumergiendo el terreno y poniendo en peligro sus fuentes de subsistencia. En respuesta, el Gobierno está reubicando a comunidades enteras más hacia el interior y en otras islas.
En 2014, la primera aldea reubicada —Vunidogoloa, en la costa de la isla Vanua Levu de Fiyi— se desplazó dos kilómetros hacia el interior cuando otras medidas de adaptación, como colocar las casas sobre pilotes o construir rompeolas, demostraron ser inútiles. Los aldeanos se mostraron reacios a abandonar sus hogares debido a sus fuertes conexiones personales y espirituales con Vunidogoloa.
El proceso, que incluyó el traslado del cementerio de la aldea, fue un desafío emocional y económico, como también muy prolongado —los planes de reasentamiento de Vunidogoloa se remontan a 1956. Dados los retos afrontados por esta pequeña comunidad, la reubicación de la población de islas enteras o de áreas costeras de alto riesgo en megaciudades será una tarea abrumadora.
Uno de los países más poblados del mundo, Bangladés, es altamente vulnerable a los impactos del cambio climático, sobre todo a ciclones e inundaciones. La elevación de los niveles del mar amenazan el país situado a cotas muy bajas; una cuarta parte del mismo se halla a menos de un metro por encima del nivel del mar.
El impacto es especialmente duro para la población rural pobre de Bangladés. A medida que los desastres se vuelven más frecuentes y graves, la intrusión del agua salada y las sequías degradan sus tierras y fuentes de agua dulce, haciendo que fracasen las cosechas y que escasee el abastecimiento de agua. Bajo estas duras condiciones, muchos granjeros pobres se están trasladando a las grandes ciudades del país en busca de nuevos trabajos y una mejor vida.
Como resultado, la población de la capital del país, Daca, una de las megaciudades que más rápido están creciendo en el mundo, casi ha doblado su población, de 10,3 millones de habitantes en el año 2000 a 18,2 millones en 2016. Daca no ha gestionado bien su rápido crecimiento: en torno al 40 por ciento de sus residentes vive en barrios marginales, sin una vivienda adecuada ni con servicios sanitarios adecuados. Al huir de los impactos del cambio climático, estos nuevos habitantes urbanos terminan viviendo en situaciones tan precarias como los hogares que dejaron atrás.
Cambio climático y migración
La conexión entre la migración y el cambio climático se ha convertido en una prioridad de la diplomacia climática. En vista de los futuros riesgos climáticos, es importante analizar cómo el cambio climático puede impactar en las rutas migratorias y qué enfoques ayudarán a afrontar los desplazamientos inducidos por el clima, dentro de y entre países. Claramente, se tiene que admitir la inmensa complejidad de este fenómeno. Entrevistas a expertos de la comunidad de Seguridad Planetaria: Francesco Femia, Kitty van der Heijden, Hammou Laamrani, Dan Smith, Michel Rademaker y Tom Middendorp.
Estas entrevistas se llevaron a cabo durante la Conferencia de Seguridad Planetaria (Planetary Security Conference) de La Haya (5-6 de diciembre de 2016) y en adelphi en Berlín en abril de 2017.
El vídeo está en inglés.
Desplazamientos internos
La gente puede verse forzada a desplazarse debido a conflictos armados, inestabilidad política, amenazas (químicas, nucleares o naturales), hambrunas o proyectos de desarrollo o infraestructura de gran envergadura. Mucha gente que se ve forzada a desplazarse, se traslada de áreas peligrosas a otras más seguras dentro de sus propios países, un proceso denominado desplazamiento interno. Encontrará más información en el Informe Global sobre Desplazamiento Interno 2018, elaborado por el Centro de Monitoreo de Desplazamientos Internos (Internal Displacement Monitoring Centre, IDMC).
Una mirada más de cerca: género y migración
No hay una solución sencilla
Mientras que la mayoría de la gente busca refugio dentro de su propio país, algunos buscan seguridad en otras naciones. La gente que se va a nuevos países debido al clima extremo no está protegida por la convención internacional sobre refugiados, que solo abarca a personas que huyen de la violencia y la persecución política.
La Iniciativa Nansen, liderada por un grupo de nueve países, es el primer gran esfuerzo internacional que se centra en la migración transfronteriza forzosa tras desastres naturales. La iniciativa condujo a la Agenda para la Protección de las Personas Desplazadas a través de Fronteras en el Contexto de Desastres y Cambio Climático, que fue respaldada en 2015 por 109 países. La plataforma de la iniciativa sobre el desplazamiento en caso de desastres ayuda a los Gobiernos y a la sociedad civil a desarrollar acciones concretas para cumplir con la agenda.
Paquistán, 2014
La gente afectada por las inundaciones hace cola esperando su turno para recibir agua potable en el campamento de socorro de Karachi.
Bangladés, 2014
Aldeanos trasladan sus pertenencias a un lugar más seguro a medida que el desbordamiento del río Jamuna continúa anegando las aldeas a sus orillas.