Energía
Es una bendición...
La energía promueve el desarrollo económico y social. La energía hace posible comer, desplazarse, aprender, curar, trabajar y sobrevivir en climas cálidos y fríos. Un suministro seguro de energía es esencial para la sociedad moderna.
…y una maldición
Globalmente, la mayoría de la energía se produce a partir de combustibles fósiles, como el carbón, el petróleo y el gas natural. El suministro de estos recursos está distribuido de forma inequitativa, lo cual puede generar tensiones y derivar en conflictos cuando la gente intenta hacerse con su control. Los combustibles fósiles son la mayor fuente de gases de efecto invernadero y otros contaminantes del aire. La demanda de energía continúa creciendo: en torno a 1.100 millones de personas aún no tienen acceso a electricidad.
Necesitamos un nuevo enfoque
Tenemos que proporcionar energía suficiente, asequible y limpia a todo el mundo a la vez que respetamos los límites ecológicos del planeta. No solo tenemos que hallar fuentes de energía alternativas, sino también usar los recursos existentes de forma más eficiente. Desde el cambio de milenio, hemos desarrollado sistemas energéticos más innovadores, inteligentes y eficientes. Este rápido progreso de la energía sostenible muestra que es posible un futuro energético diferente, pero este requerirá una nueva visión para hacer una mayor contribución al desarrollo, la paz y la seguridad.
El sistema energético es clave para una transformación sostenible
La demanda mundial de energía aumentará un 30 por ciento de aquí al 2040 debido a la elevación del estándar de vida en las economías emergentes. Pero satisfacer esta demanda mediante combustibles fósiles conllevaría a efectos catastróficos del cambio climático.
Garantizar la prosperidad y respetar a la vez los límites planetarios requiere soluciones ambientalmente sostenibles y socialmente incluyentes, como la energía renovable y la eficiencia energética. Transformar nuestro medio de abastecimiento de energía a uno sostenible requerirá inversiones iniciales significativas. En el largo plazo, la mayoría de las inversiones ahorrarán más dinero que el inicialmente invertido.
Un sistema energético más sostenible conlleva importantes beneficios para la economía y para la salud. Un aire más limpio mejoraría en gran medida las condiciones de vida de miles de millones de personas: más del 90 por ciento de la población mundial vive en condiciones de contaminación atmosférica perjudiciales para la salud. Además, el desarrollo de energías renovables y la promoción de la eficiencia energética crearían puestos de trabajo en fabricación, instalación, mantenimiento e investigación.
Hoy en día, Gobiernos de todo el mundo gastan grandes cantidades de dinero en subsidios para combustibles fósiles. Eliminando gradualmente estos subsidios se podrían liberar enormes cantidades de recursos y fondos para invertir en servicios y bienes públicos. Y estos Gobiernos podrían obtener una mayor seguridad energética y un mayor control sobre su futuro energético.
La transición para abandonar los combustibles fósiles podría amenazar las inversiones y la estabilidad política
A lo largo de la historia reciente, los Gobiernos se han competido entre sí para asegurarse el petróleo y el gas. Las relaciones comerciales energéticas han configurado la cooperación internacional y las políticas extranjeras y de seguridad. Dado que gran parte de las reservas mundiales de petróleo y gas están localizadas en lugares complejos y políticamente inestables, la reducción de su uso también podría acarrear riesgos geopolíticos.
Para evitar los peligrosos efectos del cambio climático, necesitamos dejar en el suelo un tercio de nuestro suministro de petróleo, la mitad de nuestro gas natural y más del 80 por ciento de nuestro carbón. Cambiar el mercado de los combustibles fósiles podría estancar el desarrollo en los países exportadores y quizás desestabilizarlos. Dentro de estos países, los beneficios de la extracción de combustibles fósiles no están distribuidos de forma equitativa. La mayoría de la gente no tiene acceso o bien a los recursos energéticos o bien a los beneficios derivados de ellos, y de tenerlo, usualmente solo pueden acceder a ellos, una vez la elite del país haya tomado la mayor parte de esos ingresos.
En los países industrializados, los grandes inversores, como los fondos de pensiones y compañías de seguros, perderían dinero debido a su exposición a los combustibles fósiles, poniendo en peligro los sistemas sociales y económicos. Las naciones, corporaciones y mercados financieros tienen que planificar desde ahora cómo mitigar los riesgos que plantea para todos los países la transición energética hacia la sustitución de los combustibles fósiles.
Casi dos tercios de las reservas de petróleo y gas están concentradas en solo cinco países
Kenia, 2003
La falta de fuentes de combustible alternativas en la localidad rural Eldoret obliga a las mujeres a pasar horas buscando leña en el bosque.
Hoy en día, en torno a 1.100 millones de personas en todo el mundo no tienen acceso a electricidad. El habitante medio de Haití, por ejemplo, consume tanta electricidad en un año como la que consume en un día una persona en Finlandia.
Unos tres mil millones de personas, especialmente de países en desarrollo en el Asia y en el África subsahariana, usan biomasa, como madera o carbón vegetal para cocinar sus alimentos y calentar sus hogares. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, la exposición a la contaminación del aire en el hogar mata a más de cuatro millones de personas al año. Además, el uso de la madera como combustible aumenta la deforestación y la degradación de los bosques.
El uso de fogones más limpios y eficientes podría ayudar a aliviar la pobreza energética y mejorar la salud. Las fuentes de energía renovable descentralizadas, como la fotovoltaica, la hidroeléctrica a pequeña escala, la eólica o el biogás pueden dotar de electricidad a áreas remotas. Las inversiones públicas y privadas deberían concentrarse en estas soluciones sostenibles para poner fin a la pobreza energética.
Este mapa muestra dónde la gente no recibe abastecimiento eléctrico en sus hogares, bien de una red de uso público o por generación propia. El mapa no muestra cuánta electricidad consumen.
En 15 países, todos ellos africanos, más del 80 por ciento de la población no tiene acceso a electricidad en sus hogares. La mayoría de la gente sin acceso a electricidad vive en la India, Nigeria y Etiopía.
Carbón: ¿está cambiando la marea?
El abandono gradual del carbón como fuente de energía es una de las formas más rentables de combatir el cambio climático. Sin embargo, muchos países con reservas de carbón lo consideran una fuente barata y fiable de energía. Las centrales eléctricas de carbón actuales ya casi han agotado nuestro balance global de carbono, según los cálculos de la Agencia Internacional de Energía.
Pero hay algunos puntos positivos. A principios de 2017, China canceló sus planes de construir más de 100 centrales térmicas de carbón. Los catastróficos niveles de smog en las ciudades chinas están desviando la opinión pública en favor de fuentes de energía más limpias justo cuando se están volviendo cada vez más competitivas. No obstante, al mismo tiempo, las compañías de carbón chinas siguen expandiendo rápidamente sus operaciones fuera de China.
Hace solo unos años, India propuso construir un gran número de centrales térmicas de carbón para satisfacer la creciente demanda energética. Pero, en vista de la caída de los precios de la energía solar, varios proyectos para generar energía con carbón fueron cancelados. A finales de 2016 se suspendieron 31 proyectos de construcción de centrales térmicas de carbón en la India.
Las fuentes renovables ofrecen alternativas
En los años recientes, el uso de energía renovable ha crecido considerablemente. En una sola década (2004-2014), la capacidad eólica mundial instalada se ha multiplicado por siete y la capacidad fotovoltaica se ha multiplicado unas 47 veces en la medida que los costes de los sistemas fotovoltaicos decrecieron en un 70 por ciento entre 2010 y 2016. En Alemania, las fuentes de energía renovables generaron un 36 por ciento de la electricidad del país en el 2017. Y, globalmente, la industria de la energía renovable ha creado 8,3 millones de empleos.
Pero la energía renovable se tiene que comercializar, almacenar y distribuir de forma diferente a la energía convencional. La cooperación regional, incluyendo el compartir y expandir la infraestructura de la red y los sistemas de almacenamiento, podrían ayudar a afrontar este reto. Las oportunidades que abre la energía renovable también ofrecen nuevos modelos de participación en la inversión, como la propiedad cooperativa de la red.
Islandia debe su potencial para generar energía de fuentes geotérmicas a las particulares condiciones geológicas de la isla. El suministro eléctrico actual de Islandia se basa casi por completo en el uso de energía geotérmica e hidroeléctrica. La abundancia de energía también permite al país producir hidrógeno de forma limpia a un precio aceptable.
Crece la demanda de conceptos de vivienda de bajo consumo. Un modelo para una casa energy plus de la Universidad Técnica de Darmstadt (Alemania) ganó en 2007 el concurso internacional Solar Decathlon, organizado por el Departamento de Energía de EE. UU. Al jurado le convenció el diseño del edificio, que ofrece confort a la vez que cumple los máximos estándares medioambientales. Gracias a los paneles solares y la elevada eficiencia energética, este modelo genera más energía de la que consume.
La energía eólica aporta más del 40 por ciento de la electricidad generada en Dinamarca, en su mayoría producida por turbinas eólicas offshore a lo largo de la línea costera del país. En 1991, Dinamarca se convirtió en el primer país del mundo en encargar la construcción de un parque eólico offshore.
En diciembre de 2007, el sistema de energía solar Nellis fue inaugurado en la base de las Fuerza Aérea estadounidense en Nevada. La planta de 13 megavatios reducirá las emisiones de carbono en 24.000 toneladas a lo largo de sus tres primeras décadas, que equivale a eliminar unos 185.000 coches de las carreteras. En 2016 se añadió un parque fotovoltaico de 15 megavatios.